Un día como hoy el ejército mexicano provocó una masacre en la Plaza de Tlatelolco

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Un día como hoy, en 1968, el ejército mexicano provocó una masacre en la Plaza de Tlatelolco, un trágico episodio que marcó la historia de México. La tarde del 2 de octubre, estudiantes y civiles se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas para protestar contra la represión del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Lo que comenzó como una manifestación pacífica terminó en una brutal represión militar que dejó decenas, posiblemente cientos, de muertos y heridos, aunque el número exacto sigue siendo incierto. Mientras el gobierno admitió 26 muertos, estimaciones externas, como las de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, sitúan las víctimas entre 150 y 350.

El contexto de esta tragedia se remonta a meses de tensiones entre el gobierno y el movimiento estudiantil, el cual buscaba reformas democráticas, la reducción de la represión y mayores libertades civiles. Las protestas se intensificaron a raíz de enfrentamientos entre estudiantes de la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional en julio de 1968, lo que culminó en un ambiente de confrontación que el gobierno intentó sofocar militarmente.

El 2 de octubre, justo antes de los Juegos Olímpicos de México 1968, el ejército y un cuerpo especial llamado Batallón Olimpia se desplegaron en la Plaza de Tlatelolco. Los estudiantes, liderados por el Consejo Nacional de Huelga (CNH), habían organizado un mitin para continuar con sus demandas de libertad política. Sin embargo, la situación tomó un giro devastador cuando dos bengalas fueron disparadas desde un helicóptero, lo que señalaba el inicio de la represión. Testimonios indican que, tras las bengalas, los soldados comenzaron a disparar indiscriminadamente a la multitud. Entre los muertos y heridos había estudiantes, periodistas, niños y transeúntes.

Aunque el gobierno de Díaz Ordaz justificó sus acciones como un acto para mantener el orden, muchos señalan que la masacre fue un intento de aplastar el movimiento estudiantil y silenciar las voces disidentes. El Batallón Olimpia, cuyos miembros llevaban guantes blancos para no ser confundidos con los civiles, jugó un papel clave en la detención de líderes estudiantiles y en el despliegue militar en la zona. Los sobrevivientes y testigos relatan cómo el ejército cerró los accesos a la plaza, impidiendo la huida de los manifestantes y disparando desde las azoteas de los edificios circundantes.

Este episodio es considerado uno de los más oscuros de la historia moderna de México, no solo por la brutalidad de la represión, sino también por la impunidad que siguió. A pesar de las pruebas presentadas por periodistas como Elena Poniatowska en su libro ‘La Noche de Tlatelolco’, y de investigaciones posteriores que sugieren que la represión fue premeditada, los responsables directos de la masacre nunca enfrentaron juicio. A lo largo de los años, documentos desclasificados en México y Estados Unidos han arrojado más luz sobre el papel del gobierno en estos hechos, revelando que francotiradores del propio ejército fueron instruidos para provocar un enfrentamiento con los militares en tierra, lo que agravó la situación.

El impacto de la masacre fue profundo. Marcó el fin del movimiento estudiantil de 1968, que había logrado unir a diversos sectores de la sociedad mexicana en un frente común contra la represión gubernamental. También dejó una cicatriz en la memoria colectiva de México, dando origen al famoso lema: “2 de octubre no se olvida”. Cada año, miles de personas marchan en conmemoración de los caídos, exigiendo justicia y recordando que la lucha por la libertad y los derechos humanos no ha terminado.

Desde una perspectiva más amplia, el 2 de octubre de 1968 representó un punto de quiebre para la política en México. La masacre expuso la violencia con la que el gobierno estaba dispuesto a actuar para mantener el control y sofocar cualquier intento de reforma democrática. Aunque los Juegos Olímpicos continuaron según lo planeado, la imagen internacional de México quedó manchada por la brutalidad con la que se manejó el movimiento estudiantil.

Hoy, más de cinco décadas después, la búsqueda de la verdad y la justicia continúa. Los esfuerzos por esclarecer los hechos han permitido abrir nuevos debates sobre la responsabilidad del gobierno de Díaz Ordaz, el papel de las fuerzas armadas y la impunidad que ha caracterizado este tipo de episodios en la historia de México. Sin embargo, las víctimas siguen esperando un reconocimiento oficial de lo sucedido y la reparación de los daños ocasionados.

Este hecho histórico es recordado no solo por su trágico desenlace, sino también como un símbolo de la lucha por los derechos civiles y políticos en México. El movimiento de 1968 y la masacre de Tlatelolco han sido inspiración para generaciones posteriores, quienes siguen exigiendo que los crímenes de Estado no queden impunes.

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