DE FRAC Y PASEANDO AL PERRO

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DE FRAC Y PASEANDO AL PERRO

Leticia Galván Peña

Los viernes cuando asistimos al concierto de la “Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato”. OSUG Ya sea en el Teatro Juárez, Teatro Principal o en el Auditorio del estado. Caminamos Ale y yo embelesados por la sublime música que nuestros sentidos acaban de escuchar. Cada uno de los músicos son magníficos. Flotamos entre nubes que son el espíritu de la música y nos acompañan los fantasmas de los compositores entre ellos: Beethoven, Mozart, Bach y muchos más. Y los sonidos efímeros de la música clásica.

Son cerca de las once de la noche cuando vamos llegando a nuestra casa en Pastita, y aparece una imagen, una estampa, una pintura, de un músico de la orquesta, aún con su elegante frac negro, su corbata de moño, sus zapatos de charol, su chaleco y su saco de cola. Él va paseando a su perro con su correa.

Una imagen que sale de entre los callejones, lo envuelve el tremendo viento que mueve los árboles de pirú y que hace fuertes remolinos en las bocacalles sumidas en la cañada de cerros añejos dorados en invierno, verdes en verano. Pastita tiene un rio al que le ha crecido un bosque, y en el cantan los pajaritos, se esconden las ardillas y vuelan las mariposas en el día, en la noche duermen.

El perro es feliz pues lo pasea su amo tan elegante, luciendo en la solapa un moño amarillo, un simbolismo, una petición silente, que ya se están volviendo ¡gritos!, solicitando un salario digno.

No le he preguntado su nombre, no sé qué instrumento toca. Él es uno; a la vez es toda la orquesta. La orquesta es uno solo.

No sé cuánto estrés acumule un músico durante un concierto, pero sobre todo los ensayos que deben ser largos, meticulosos, el concierto debe ser perfecto. Dominan las notas musicales sin que se distraigan de la partitura o se escapen del pentagrama. Son profesionales.

Por eso, él camina por el bello Guanajuato, por nuestro tradicional barrio de Pastita, un laberinto de la naturaleza, caminan por los callejones, caminan junto al río que llora la ausencia de su cauce. Pero cuando la lluvia lo bendice canta su murmullo el sonido de las notas musicales.

Sin duda este personaje y su aguerrido guardián canino se embelesan con las notas musicales que aún escucha en sus oídos el personaje de mi historia. Las pálidas luces de los postes alumbran el caminar nocturno de dos seres que son amor, amigos de la aventura, paseantes nocturnos. Dueños de sus sueños y sus pasiones. Un músico benevolente y un perro fiel. Los dos disfrutan la noche, las estrellas los alumbran, el movimiento de los árboles comienzan a arrullar su sueño. Pronto llegaran a casa para dormir. Y volverán a soñar con el espíritu de la música. Su nombre es Luis Barajas Bermejo, toca el cello. Le compartí mi escrito y conocí su nombre, ahora ha nacido una gran amistad unida por las notas musicales, lo admiro por el amor que le tiene a los animales que cuida con cariño.

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