Festival Internacional Cervantino: Una Visita Inolvidable a la Cuna de las Artes en Guanajuato

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Festival Internacional Cervantino: Una Visita Inolvidable a la Cuna de las Artes en Guanajuato

Sabías que el Festival Internacional Cervantino es el evento cultural más importante de México y uno de los más destacados de América Latina. La ciudad de Guanajuato, con su encanto colonial, se convierte cada octubre en un escenario vibrante donde convergen artistas y visitantes de todo el mundo. En esta narración, te invito a recorrer conmigo las calles empedradas y a sumergirte en la magia de este festival único.

El Despertar de Guanajuato: Preparativos para el Festival Cervantino

Era temprano, y las calles de Guanajuato despertaban lentamente con el murmullo de preparativos. Las fachadas coloridas de las casas parecían más brillantes de lo habitual, como si supieran que estaban a punto de ser el fondo de un espectáculo de música, danza y teatro. Los habitantes barrían sus portales, los vendedores acomodaban sus puestos y el aroma del café recién hecho se mezclaba con el aire fresco de la mañana.

Guanajuato, Patrimonio de la Humanidad, es un laberinto de callejones, túneles y plazas que cobra vida cada año durante el ‘Festival Internacional Cervantino’. Los habitantes se preparaban para recibir a miles de visitantes que llegarían para disfrutar de este encuentro artístico que ya va por su 52ª edición, celebrada entre el 11 y el 27 de octubre de 2024 . Brasil y Oaxaca eran los invitados de honor de este año, lo que prometía una fusión cultural única, llena de ritmo, sabores y colores.

La Llegada al Corazón de la Cultura

Llegué a Guanajuato en un día soleado, con el cielo despejado que hacía resaltar el esplendor de las montañas que rodean la ciudad. Desde el mirador del Pípila, se podía contemplar la vista panorámica: un mar de techos rojos, cúpulas y torres coloniales. La energía que se sentía en el ambiente era diferente, una mezcla de expectación y alegría que impregnaba cada rincón.

Decidí perderme entre los callejones antes de sumergirme en las actividades del Cervantino. Cada esquina guardaba una sorpresa, desde músicos callejeros tocando el acordeón hasta danzantes con trajes tradicionales que se movían al ritmo de la marimba. Los turistas, con sus cámaras en mano, buscaban capturar la esencia de la ciudad, mientras los locales conversaban sobre las presentaciones que no podían perderse este año.

Primer Encuentro con la Magia: El Teatro Juárez

Al caer la tarde, me dirigí al Teatro Juárez, uno de los escenarios más emblemáticos del Cervantino. Este majestuoso edificio de estilo neoclásico y detalles eclécticos se erige como un símbolo de la cultura en Guanajuato. Con su fachada imponente, custodiada por estatuas de las musas de la mitología griega, el teatro me transportó a otra época. La fila para entrar al espectáculo principal ya se extendía por la calle, con personas ansiosas de presenciar una obra que prometía mezclar la tradición literaria de Cervantes con una visión contemporánea.

Dentro, la atmósfera era solemne, con un aire de expectativa palpable. Las luces se atenuaron y el telón se levantó, revelando una escenografía que recreaba los paisajes de la Mancha, mientras los actores comenzaban a dar vida a las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza. En ese instante, entendí por qué el Cervantino es considerado el alma de la cultura mexicana: no se trata solo de arte, sino de un encuentro entre el pasado y el presente, entre lo local y lo universal.

Un Paseo Nocturno por los Callejones Iluminados

Tras la función, las calles de Guanajuato se habían transformado por completo. Las luces de los faroles pintaban de dorado los adoquines y las fachadas. Me dejé llevar por el flujo de personas que se dirigían a la Alhóndiga de Granaditas, otro de los grandes escenarios del festival. Este lugar histórico, que en el pasado fue testigo de la independencia de México, se convierte cada año en el epicentro de conciertos que resuenan hasta la madrugada.

Esa noche, el ambiente se llenó de los ritmos de la samba y el bossa nova, un homenaje a Brasil, el país invitado. Las notas de la música fluían por el aire, se mezclaban con las risas y el clamor del público, creando una experiencia sensorial difícil de olvidar. A un lado de la plaza, los artesanos exhibían sus creaciones: máscaras de jaguar, bordados tradicionales y figuras de barro que parecían cobrar vida bajo la luz de la luna.

La Fusión de Sabores y Culturas

El Cervantino no es solo una celebración de las artes escénicas, sino también un festival de sabores. En cada esquina, los olores de la gastronomía mexicana y brasileña se entrelazaban, invitando a los visitantes a detenerse y probar un bocado. Me dejé tentar por unos tacos de barbacoa, servidos con salsa verde y un toque de limón. Al dar el primer mordisco, el sabor me transportó a la sierra de Oaxaca, donde los ingredientes frescos y las recetas ancestrales son un reflejo de la riqueza cultural de la región .

Después, probé una coxinha, una especie de croqueta brasileña rellena de pollo que tenía la textura perfecta: crujiente por fuera y suave por dentro. Este intercambio de sabores me recordó que el Cervantino es una puerta abierta al mundo, un espacio donde se borran las fronteras y se celebran las tradiciones de todos los rincones del planeta.

Encuentros Inesperados y Amistades Fugaces

Entre los espectáculos y las caminatas nocturnas, me encontré con otros viajeros, todos con historias únicas que contar. Había una pareja de Argentina que había viajado por más de 30 horas en autobús solo para asistir a las presentaciones de danza contemporánea. Conocí a un fotógrafo japonés que buscaba capturar el “alma” de Guanajuato a través de su lente y a un grupo de jóvenes mexicanos que improvisaban versos al ritmo de la guitarra en un rincón de la Plaza de la Paz.

Guanajuato se convierte durante el Cervantino en un punto de encuentro para personas de diferentes nacionalidades y generaciones, unidos por la pasión por el arte. En cada conversación, descubrí una nueva perspectiva, una forma distinta de ver el mundo, lo que me hizo apreciar aún más la riqueza de la diversidad cultural que este evento ofrece.

Reflexiones en la Calle de la Subida a la Casa de Diego Rivera

Caminé hasta la Casa Museo de Diego Rivera, donde el célebre pintor mexicano pasó su infancia. El edificio, con su arquitectura colonial y su atmósfera cargada de historia, es un lugar de culto para los amantes del arte. Mientras admiraba las exposiciones, pensaba en cómo el Cervantino, como un río caudaloso, arrastra con él historias de diferentes latitudes y nos recuerda la importancia de la creación artística como un vehículo de cambio y reflexión.

Las calles de Guanajuato, con su trazado irregular y su alma vibrante, eran un escenario perfecto para este viaje interior. El Cervantino no solo transforma la ciudad, sino también a quienes la visitan, invitándolos a dejarse llevar por la imaginación, a perderse entre la realidad y la ficción, tal como lo hiciera Don Quijote en sus aventuras.

Despedida Temporal, pero con el Corazón Lleno

Al final del día, cuando las luces de la ciudad se apagaban poco a poco y el bullicio se transformaba en un murmullo lejano, me quedé en la Plazuela del Ropero, uno de esos rincones escondidos que solo se encuentran cuando uno deja de buscar. Miré las estrellas sobre Guanajuato y sentí que este viaje apenas comenzaba, que cada callejón, cada voz, cada nota musical era una invitación a seguir explorando.

El Festival Internacional Cervantino me había mostrado una faceta de México que no conocía, un México que abraza el arte y lo celebra como un tesoro compartido. Y así, con la promesa de regresar al día siguiente para continuar descubriendo más de este evento único, me despedí de la noche guanajuatense, sabiendo que la verdadera magia del Cervantino radica en su capacidad de hacernos soñar despiertos.

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